Hace unos años cuando ganaba mis frijoles (los de la libreta, para los del agro no alcanzaba) trabajando como museólogo investigador para el Centro Prov. De Patrimonio de La Habana (léase Güines, Artemisa y otras hierbas en el mejor sentido del verde) una de mis principales pasiones era sentarme a luchar a brazo partido con las polillas del Archivo Nacional por el descubrimiento de algún dato interesante. En algunas ocasiones salí victorioso, aunque se discutió mi condición de triunfador ya que no todas las polillas con las que me enfrenté tenían el peso corporal que exigía el evento. Dentro de los documentos que hallé en aquellas excursiones a la Habana Vieja había algunas joyas singulares.
Casi todos los cubanos, bueno los interesados en la historia de los cafetales, el cine, o la parte culebronística de Leonardo Padura, conocen de la existencia de una mulata haitiana llamada Ursula Lambert, y de sus amores con el hacendado alemán Cornelio Sauchay en el cafetal Angerona. Pero muchos no conocen que la mencionada Ursula protagonizó una demanda legal en 1832 por derechos laborales de la mujer, que si no es la primera en la historia, si lo es por lo menos en Cuba, y entiéndase derechos laborales, no independencia femenina que de Juana de Arco para acá ha habido muchas mujeres que han defendido sus derechos (bueno en el caso de Juana de Arco también podrían considerarse laborales si se considera a los militares como trabajadores, aunque eso no me suena).
En dicho documento aparece Ursula Lambert como operaria y con salario de 20000 ps. Anuales y el pleito es una cuestión de acreedores en la que se cuestiona su condición como tal a lo que alega el Sr. Alejandro Morales.
¿Quién es capaz de creer que una mujer sea operario y que por razón de sus jornales o salarios se le este debiendo la enorme suma de veinte mil ps.?
Acto seguido se opone a que se le califique y gradúe en la forma en que lo estaba según las nominas del dueño de la finca Cornelio Sauchay. A lo que responde Ursula magistralmente:
“...Si en la palabra operario sólo debieran comprenderse los que exercen un oficio mecanico como carpinteros, albañiles, etc., convengo en que no debe dárseme el nombre de tal, pero si también merece aquella denominación cualquiera que sirve a una finca y contribuye á su producción y aumento, yo soy sin duda alguna un operario, toda la ves que con mi trabajo y molestias ha conseguido el Teniente Coronel Dn. Cornelio Sonchay, no solo poner su finca bajo de un pié cual no habrá otra, sino aumentar sus intereses y evitar los quebrantos muy considerables que sufría antes de mi colocación en su casa--------”
He tenido y tengo á mí cargo no solo la casa vivienda, sino la de criollos, el hospital y todo lo economico de la finca. Antes de mi ingreso á ésta pagaba Sonchay un mayoral para el potrero cuyo salario ahorra para que yo tóme á mi cuidado su (ilegible) y manejo; apenas se lograban los criollos que nacían por falta de aquel cuidado y esmero que ellos exigen, y ahora raro es el que se muere, teniendo su dueño la satisfacción al mismo tiempo que la gran utilidad de verlos crecer sanos y robustos, y de tener dos o tres cuadrillas de ellos que ya trabajan en el campo.
El mismo beneficio ha reportado la enfermería por mi esmero y vigilancia, y en una dotación tan crecida como la del cafetal Angerona, ni los males se arraigan manteniéndose los enfermos mucho tiempo en el hospital, ni hay las mortandades que se experimentan en otras fincas por la mala asistencia.Muchos saben que si yo no hubiera ido al Cafetal Angerona hoy no tendría Dn. Cornelio Sonchay veinte y cinco o treinta negras buenas costureras y labanderas que son las que hacen las esquifaciones todos los años de los negros de la misma finca y con los (ilegible) aquel ha dejado de pagar algunas sumas de pesos: ha conseguido también tener para el servicio de su persona varios criados de ambos sexos enseñados por mí, que le proporcionan las mayores comodidades.”
Lo mejor de la historia: Ursula ganó la querella y hubo de pagársele los 20000 pesos.
*El texto en cursiva es copia exacta del documento original
Casi todos los cubanos, bueno los interesados en la historia de los cafetales, el cine, o la parte culebronística de Leonardo Padura, conocen de la existencia de una mulata haitiana llamada Ursula Lambert, y de sus amores con el hacendado alemán Cornelio Sauchay en el cafetal Angerona. Pero muchos no conocen que la mencionada Ursula protagonizó una demanda legal en 1832 por derechos laborales de la mujer, que si no es la primera en la historia, si lo es por lo menos en Cuba, y entiéndase derechos laborales, no independencia femenina que de Juana de Arco para acá ha habido muchas mujeres que han defendido sus derechos (bueno en el caso de Juana de Arco también podrían considerarse laborales si se considera a los militares como trabajadores, aunque eso no me suena).
En dicho documento aparece Ursula Lambert como operaria y con salario de 20000 ps. Anuales y el pleito es una cuestión de acreedores en la que se cuestiona su condición como tal a lo que alega el Sr. Alejandro Morales.
¿Quién es capaz de creer que una mujer sea operario y que por razón de sus jornales o salarios se le este debiendo la enorme suma de veinte mil ps.?
Acto seguido se opone a que se le califique y gradúe en la forma en que lo estaba según las nominas del dueño de la finca Cornelio Sauchay. A lo que responde Ursula magistralmente:
“...Si en la palabra operario sólo debieran comprenderse los que exercen un oficio mecanico como carpinteros, albañiles, etc., convengo en que no debe dárseme el nombre de tal, pero si también merece aquella denominación cualquiera que sirve a una finca y contribuye á su producción y aumento, yo soy sin duda alguna un operario, toda la ves que con mi trabajo y molestias ha conseguido el Teniente Coronel Dn. Cornelio Sonchay, no solo poner su finca bajo de un pié cual no habrá otra, sino aumentar sus intereses y evitar los quebrantos muy considerables que sufría antes de mi colocación en su casa--------”
He tenido y tengo á mí cargo no solo la casa vivienda, sino la de criollos, el hospital y todo lo economico de la finca. Antes de mi ingreso á ésta pagaba Sonchay un mayoral para el potrero cuyo salario ahorra para que yo tóme á mi cuidado su (ilegible) y manejo; apenas se lograban los criollos que nacían por falta de aquel cuidado y esmero que ellos exigen, y ahora raro es el que se muere, teniendo su dueño la satisfacción al mismo tiempo que la gran utilidad de verlos crecer sanos y robustos, y de tener dos o tres cuadrillas de ellos que ya trabajan en el campo.
El mismo beneficio ha reportado la enfermería por mi esmero y vigilancia, y en una dotación tan crecida como la del cafetal Angerona, ni los males se arraigan manteniéndose los enfermos mucho tiempo en el hospital, ni hay las mortandades que se experimentan en otras fincas por la mala asistencia.Muchos saben que si yo no hubiera ido al Cafetal Angerona hoy no tendría Dn. Cornelio Sonchay veinte y cinco o treinta negras buenas costureras y labanderas que son las que hacen las esquifaciones todos los años de los negros de la misma finca y con los (ilegible) aquel ha dejado de pagar algunas sumas de pesos: ha conseguido también tener para el servicio de su persona varios criados de ambos sexos enseñados por mí, que le proporcionan las mayores comodidades.”
Lo mejor de la historia: Ursula ganó la querella y hubo de pagársele los 20000 pesos.
*El texto en cursiva es copia exacta del documento original
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