Costura a domicilio

Costura a domicilio
© Eduardo Frias Etayo

martes, 6 de mayo de 2008

Mas vale tarde que amanecer mas temprano

Siempre me pareció que lo mas difícil en una entrevista era el prólogo, entrevistar al tipo era fácil, sólo llevar las preguntas correctas sobre lo que deseabas que el respondiese. En el caso de esta entrevista lo más difícil vino después, a pesar de que Fidelito(me refiero a Fidel Díaz Castro, el de Caimán Barbudo) me había solicitado que la hiciese, al llegar a la sede de la Editora Abril, antiguo Diario de la Marina, empezaron los problemas. Si más que entrevista era un mamotreto (tenía en ese momento 12 páginas, aún tiene 10), que habría que quitar cosas... Justo ahí fue cuando el prurito de autor empezó a molestar, ¿cómo cortar (léase cortar, no censurar, aún) un artículo que gran parte de su texto estaba dedicado a los cortes y censuras en la literatura?. Además mucho ron (Mulata) que habíamos bajado entre los dos en el balcón de Elena, en Nuevo Vedado, como para hacerle ese desafuero. Finalmente entre muchas vueltas y trabas, llegó mi visa a otras tierras del mundo que no me reclamaban nada, más bien yo reclamaba algo de ellas (la entrevista fue en el caluroso verano del 2003). Y me fui de Cuba con mi música a otra parte -también pude traer libros y cuadros de algunos amigos (y de otros no tan amigos), además de mis textos. Entre los escritos aquella entrevista etílicocensurada que nunca se publicó allá (se han fijado la manera de los cubanos que estamos acá de referirnos al exilio como acá, y a Cuba como allá?) y que sólo ha perdido actualidad si acaso en alguna fecha mencionada en ella. Bueno a Eduardo, tocayo, que me enteré por Cubaliteraria, ha lanzado un nuevo libro, donde incluye el cuento, ya conocido cinematográficamente, Mounte Rouge, ahí cuelgo, metáfora un poco asesina, nuestra historia.


El humor es la elevación Del Llano
(Entrevista a Eduardo Del Llano)

¿Influye el uso de la temática humorística en la promoción de tu obra literaria?
Todo lo contrario, por lo menos de inicio. Es una perogrullada, pero es cierto que muchas editoriales, y concursos consideran los textos humorísticos, o la literatura humorística, como una especie de género menor en comparación con las grandes novelas dramáticas de una generación, pero también es cierto que una novela, o texto humorístico puede ser tan o más compleja que cualquier otra estructura de tono narrativo. A mi me parece que el hecho de que la mayor parte de las cosas que yo escribo tengan un matiz más o menos declaradamente humorístico mas bien ha sido un handicap en muchos casos. Después que algo de lo que tú haces tiene bastante, o al menos mediano éxito, se empieza a convertir en algo que sí facilita, o sea que te piden más de lo mismo, pero en igualdad de condiciones sigue siendo cierto a mi juicio que entre alguien que escriba una buena novela dramática, y otro que escriba una buena novela humorística, el que escribe la novela humorística está en desventaja en cuanto a la aceptación en concursos, y en editoriales.
Yo creo que con el humor, e igual pasa en las películas, aunque de eso hablaremos después, mucha gente de la que tiene que decidir piensa automáticamente que son géneros menores, tienen determinados prejuicios respecto a la complejidad o trascendencia que puede tener. Afortunadamente te digo que, por ejemplo, ahora en Letras Cubanas, las gentes que deciden en estos últimos años me han dicho varias veces que les interesa hacer libros por ejemplo de ciencia-ficción, como los de Yoss, cosas humorísticas, y que haya dentro de lo que se publica en el año cosas de interés donde estén representados esos géneros. Pero no siempre ha sido así, y por ejemplo, en el caso de concursos generalmente nunca es así. Pesan más los textos dramáticos, te digo, y esto no es nada peyorativo, a mí también me gustaría escribir alguna vez una buena novela dramática, no para demostrar nada sino porque también me gusta hacerlo. En cambio, dudo seriamente que muchas veces que los escritores que escriben cosas dramáticas les interese escribir un buen texto humorístico, es como si “na’, pa’ qué... ya yo estoy ahí...”.
Cuando envío un libro a la editorial, lo pueden aceptar o no, pero de alguna manera se espera que tenga esta dosis de humorismo, de fantasía, que tiene los libros míos. Pero no empezó siendo así. Y tiene mucho que ver que las personas con decisión en las editoriales, a veces son gentes que ya están más en comunicación con uno, son de tu misma generación, o vacilan y entienden lo que haces; pero tuve que chocar muchísimo, por muchos años... --a lo mejor los libros no eran tan buenos--, tampoco estoy dándomelas del genio incomprendido, ni un carajo. Pero quiero decirte que uno sentía, después, conversando con el jurado, conversando con gente, que ese prejuicio con el humorismo sigue existiendo en muchas de las personas que creen lidiar con la alta literatura.

¿Utilizas el humor dentro de tu sátira social para evadir la censura?
Bueno, eso es interesante. Uno siempre está evadiendo la censura. Eso se ha convertido prácticamente en parte del juego. Uno siempre se pregunta hasta cuándo el juego va a ser divertido, pero siempre uno está evadiendo la censura.
Siempre hay instancias --y no puedo evitar pensar también en el cine, pero voy a tratar de ceñirme a la literatura-- que presuponen que este texto es más o menos correcto, que este tema se debe tocar o que no, que dentro de esta compilación de cuentos mejor sacas éste porque se mete con algo o alguien que no debiera, y “no es el momento”, frase muy popular en la Cuba de los últimos 50 años, que “se acabó”, “no ha llegado todavía”, o “lo esperamos para el mes que viene”. Mira, no sé hasta qué punto utilizo el humor para evadir la censura, o a lo mejor sería más fácil hacerlo utilizando un tono serio.
Lo primero que tú piensas no es cómo evadir la censura. Digamos que la pregunta es un poquito tricky, un poquito tramposa, porque está presuponiendo de alguna manera una estrategia que yo no empleo. O sea, yo primero pienso realmente en una buena historia, y me importa un pito cuan aceptable o no va a ser después. Esa historia generalmente es el principio, porque ya luego es un poco un mecanismo, y quizás algo de repetición, pero al mismo tiempo de hacer el tipo de cosa que a ti te gusta. O sea, un poeta no tiene que pensar en cada libro “bueno, en el próximo voy a hacer la metatranca”, si eres pintor, tienes pedidos, tú tienes momentos en que repites una cosa, bueno, a lo mejor después de diez años, cambias un poco el estilo.
No pienso, desde esa misma génesis, como tampoco lo hago cuando pienso en historias para cine, cómo voy a joder la censura, ni siquiera “esta historia la voy a escribir para meterme con tal cosa”. O sea, eso que mucha gente me pregunta: “esta película, o este libro, lo hiciste para meterte, no sé, con la falta de derecho a viajar que tenemos, o con los problemas de información, o con fulanito o con menganito”. No, yo por lo menos no pienso, porque no es una estrategia política, entiendes, ni de ningún otro tipo, de “yo voy a escribir este libro, o voy a hacer este cuento para meterme con...” A mí se me ocurre la historia, después sucede que, efectivamente, al desenvolverse esa historia hay un momento en que ya tú empiezas a tomar conciencia de cuan conflictivo puede ser o con quien te estás metiendo. Pero no es el caso inicial. A mí primero se me ocurre la historia, y yo siempre vuelvo a ella, como en la vieja polémica que también hubo en los ’80, sobre todo en esa generación. Mucha de esa gente ya no están en Cuba, aunque siguen siendo gente brillante. Hacían un tipo de texto muy experimental, muy enrevesado, probablemente de mucha calidad literaria, pero que no había quien se sonara, desde el punto de vista de que faltaba muchas veces peripecia, faltaba interés en la historia que estaban contando, y era mucho más estados de ánimo, o belleza en el uso del lenguaje que historia misma. Yo estaba decididamente del otro bando. Yo, entre un best-seller y Herman Hesse prefiero el best- seller, claro, no un best-seller particularmente malo. Quiero decir, a los efectos de que te cuenta una historia, de que no te suelta, de que te obliga a seguirlo, y después, bueno, por supuesto, tienes que aplicarle a eso toda la belleza literaria y todo el estilo que pueda emanar de ti. Pero la metatranca... la metatranca para mí es una cosa a la que llega un momento en que le huyo, o sea, a los tratamientos demasiado enrevesados que sustituyen la belleza de la historia por una especie de autosuficiencia del lenguaje.
Ya te digo, yo creo que yo utilizo el humor porque no puedo utilizar otra cosa, porque es lo que me sale. Y con él tengo que lidiar con la censura. Es cierto también –y me imagino que por ahí viene en buena medida la pregunta– que dentro del humor hay mecanismos de alusión, de dejar caer algo pero sin decirlo completamente, de omisión culpable...ya eso está un poco en la pericia que tú tengas en utilizar los recursos, o sea cuando tú dejas caer algo que tú sabes que todo el mundo va a interpretar lo que estás diciendo pero no lo dijiste. En ese sentido sí puede ser, y en ese sentido el humor siempre ha sido así en todas partes, no sólo, y ni siquiera principalmente, una estrategia para eludir la censura, sino porque es ante todo un ejercicio del ingenio y de la inteligencia. Y esa es la onda. Esos mecanismos tú los utilizas porque el humor los utiliza corrientemente, pero de lo que no estoy muy seguro es de que uno tenga estrategias prefabricadas o precondicionadas para evadir la censura.
Yo no puedo vivir pensando en la censura. Igual que no puedo vivir todos los días en la situación internacional, en que se van a acabar las ballenas, y en el Granma, porque entonces no puedes vivir. Yo disfruto mucho mis historias, y la censura ya después vendrá a joder.

Una pregunta que no estaba incluida, hablas de alusiones y sugerir, ¿esa forma en que aludiste el tema de la falta de derecho a viajar, es para buscarme problemas con la censura?
No, no, coño, no lo pongas si quieres, pero yo publiqué un texto sobre eso en Cuba en una publicación oficial. Fue una serie de cuatro artículos que se publicaron en Revolución y Cultura, y en La Jiribilla, el año pasado(2003). De hecho en Revolución y Cultura me publicaron los dos primeros, y en La Jiribilla sí salieron los cuatro. El segundo, que sí salió publicado en ambas, se llama Geografía y habla justamente del derecho de viajar. Pero quiero decirte, lo que digo ahí, es lo que pienso al respecto. No es nada que....si quisiera meterte en candela hablaba del tercero, del que sí me censuraron, pero eso no lo voy a hacer.

¿Qué se siente, o qué siente el autor al conocer que le han censurado un libro ya publicado? Me refiero, tú sabes, al Libro Sucio de Editorial Capiro.
Mira, en esos casos, lo que siempre a uno lo jode, más que el acto mismo de censura, es que no hay una cara a la cual hacerle frente. No hablo de un terreno bélico, ni fajarse con nadie, o sea, ese no es mi estilo. Sino alguien que te pueda decir “mira, chico, yo pienso que el libro no es procedente y lo censuramos por esto y por esto y por esto”, y tú discutir con él, aunque al final ya esté censurado y no puedas hacer nada al respecto, pero al menos le oíste las razones al tipo y ellos a la vez las tuyas. Ese me parece que es uno de los grandes problemas de la censura, en todas partes, pero en este país es particularmente irritante porque se supone que la gente te dice además que es para ayudarte, o que el momento no es propicio. Pero siempre lo orientó alguien de otro lado.
En este caso por ejemplo cuando yo supe que el libro, efectivamente, lo habían retirado de las librerías después de que se había vendido ya una parte, fui a donde tenía que ir, al presidente del Instituto Cubano del Libro, Omar González, hablé con él, y me aseguró lo que yo sabía que no era cierto, me aseguró que el libro no había sido censurado, y me dijo cifras de venta en todas las provincias. Cifras que probablemente eran ciertas. Lo que él soslayó fue que después de estas cifras de ventas, el libro se retiró. La sensación de irritación fue esa, porque como él decía que no estaba censurado, y no fue él quien dio la orden, no había nadie que me dijera, “mira, yo pienso que tu libro es contrarrevolucionario, o es improcedente”. Eso es lo que más te irrita, es como si “nosotros sabemos lo que es bueno para el país y para ti, y lo vamos a hacer, pero no tenemos que discutir personalmente contigo”. Eso jode mucho porque uno siempre siente que está escribiendo las cosas para que la gente lea y polemice, incluida la gente que no está de acuerdo con lo que tú escribes, y si alguien decide censurarte algo, que a mi me parece una decisión francamente antediluviana y absurda, al menos que te lo expliquen y te den la pero no esa sensación de ubicuidad, de que, “no… fue mengano… no fue mengano… no, lo bajaron de arriba” y tú nunca sabes quién fue, nunca puedes discutir de tú a tú con la gente que operativamente tomó esa medida. Creo mucho en el diálogo, pero es que justamente te escamotean ese diálogo. De todas maneras el libro, como siempre sucede en esas cosas, a la larga fue beneficioso para nosotros, porque el libro que estaba a 3.00 pesos en la tienda antes de que se censurara, se puso a 40 y 50 pesos en bolsa negra y hoy por hoy es un incunable, la gente: “¡¿Tú tienes el libro tal? Préstamelo acá para fotocopiarlo! O sea, que a la larga las virtudes literarias que podían faltarle al libro (je, je, je), las ganó con el hecho de ser el libro fantasma.

Eduardo, qué opinas de lenguaje humorístico y literatura?
Vamos a empezar esta pregunta diciéndote que yo, en serio, y esto no es nada modesto --yo no cojeo de esa pata-, yo no soy un teórico, o sea, me cuesta mucho hablar en términos de teoría, o de figuras literarias y ese tipo de cosas. Mira, yo creo que la tradición de la literatura humorística, o al menos que emplea recursos humorísticos viene de hace mucho tiempo, y en nuestra lengua, en particular, junto con la picaresca, viene de hace unos cuantos siglos. El mismo Don Quijote, en muchos sentidos, es una novela humorística. Es muy defendible, aparte de ser una novela de aventuras, de tesis, dramática, pero es una obra humorística. Muchas de las situaciones que suceden en el Quijote, cualquier guionista se pondría verde de envidia, yo incluido, al descubrir lo buena y lo actuales que podrían ser, no en balde es una novela tan, y tan infructuosamente en general, llevada al cine y a la televisión, porque está llena de peripecias, de historias, de situaciones cómicas, muy atractivas y sobre todo universales. Yo pienso que el humor es uno de los caminos justamente para eso.
El humor es una manera, primero de comunicar con el lector, pero además de desacralizar la realidad, de mostrar los caminos hacia la identificación, a que tú descubras lo que tiene en común contigo lo que te están contando. Además como te decía: el humor es un ejercicio del ingenio, es constante recurrir a referentes. El humor funciona por omisiones, por sugerencias, por referencias a sistemas que se supone que tú conozcas, y si no conoces te quedas botado con la novela. Entonces yo creo que un buen texto humorístico, e incluso texto humorístico es una frase un poco tramposa porque no estoy muy seguro de que el humor sea un género de por sí, es un ejercicio de la inteligencia que te enriquece no solamente la historia que te cuentan, sino que te hace más inteligente, más brillante, te hace sentir al final como que fuiste capaz de pasar una prueba y pasarla bien. Para mí el mejor cuentista que ha dado la humanidad es Antón Chéjov, y justamente en sus cuentos humorísticos tu dices: “un autor del siglo XIX, ruso, y que te escribe sobre las cosas de los campesinos, candela pa´l sindicato”. Pero cuando tú lees un libro de cuentos de Chéjov, la maestría con que escribe te hace creer que los escribió ayer. Enseguida encuentras identificación con tus coordenadas. Mark Twain, otro tipo fuera de liga; Cervantes con El Quijote, o sea casi todos los grandes autores de la humanidad, que es algo que parece que la gente no se da cuenta, fueron a su modo humoristas. Incluso viniendo más para acá un tipo tan controvertido políticamente, pero tan eficaz como escritor, como es Vargas Llosa, tiene la Tía Julia y el escribidor, o Pantaleón y las visitadoras, dos de sus más grandes novelas, de la manera que están construidas son para desternillarse de la risa. Aparte de que el tipo sea una especie de loco político en el otro sentido, como escritor esos son de sus trabajos más sólidos.
Inclusive cuando tú criticas la obra de algún escritor muchas veces es porque no tuvo el suficiente sentido del humor, por ejemplo Poe, que fue un tipo brillante, pero cuando intentó hacer cuentos humorísticos fracasó. No tenía gracia, que también es una especie de don. Por eso el humor es, o por lo menos es lo que me gustaría creer a mí, es una de las formas más elevadas de ejercicio de la inteligencia.

Bueno, pasamos a otra de tus facetas: literatura y cine. Aunque habría quien diría que escribir guiones de películas no es literatura, sino dramaturgia.
Ese tendría razón en cierto sentido. Es cierto que cuando escribes para cine primero tienes que despojarte de cualquier pretensión de mostrar cuan brillante estilista eres. Un guión no sólo te exige, sino que casi te pide que no hagas ese tipo de descripciones: “una mañana gélida y tempestuosa, el céfiro...” Eso no le importa a nadie, tienes que poner: “había frío, vemos a alguien que viene con un abrigo, y con los cabellos desordenados (o sea que hay viento)”. En el guión no sólo no importa, sino que molesta, si tú empiezas a mostrar cuan buen estilista eres. Además enseguida te van a tachar esas descripciones los directores.
Hay una serie de diferencias. El guión es un medio para conseguir un fin, no es un fin en sí mismo. Son muy contados los guiones que se publican como libro, y si se publican es justamente porque son modelos dentro de su género. No tanto para que los lea cualquiera, sino para que los lean guionistas y aprendan de una estructura perfecta, o deficiente, que igual se publican los malos. Otra cosa importante, cuando escribes literatura, la estás pensando en que el lector la lea en el tiempo en que desee. O sea, coges un libro hoy lees diez páginas, dentro de un mes siegues, y pasaste así un año para leer una novela. Tendrás que volver un poco atrás para refrescar, pero te la lees en el tiempo que tú quieras, y está previsto que así sea. Casi nadie piensa que alguien se va leer una novela de una sola sentada, eso ocurre a veces con algunos best-seller, pero normalmente está previsto en que la leas dentro de un tiempo. Las películas generalmente se ven de una sola vez, si tienes video en la casa, un día puedes ver la mitad, y seguir al día siguiente, pero no es la moda. Tú vas al cine y ves la película en dos horas (más o menos), no obstante es poco probable que tú pares y veas media hora hoy, media mañana, y media otro día. Si lo haces es por una circunstancia extraordinaria, pero no es lo que tú quisieras hacer. Por lo tanto el guión obliga de entrada a que te enganche por todos los medios posibles. Entonces, para inventar un neologismo, la escuetez a que eso te obliga, la economía de medios, la eficacia, dejan muy poco de literario, si se entiende literatura como un ejercicio de belleza, de estilística, y de creación de atmósferas.
Como puedes ver hay una serie de diferencias entre que se espera de un guión, y que se espera de una obra literaria. Pero sí hay algo de literatura. Para muchos puede ser un lugar común, pero es cierto que muchos grandes escritores no han logrado hacer buenos guiones. Ser bueno en una cosa no te garantiza ser bueno en la otra, y viceversa, también hay buenos guionistas que después tratan de hacer una novela de su guión exitoso y no pueden. Por ejemplo, Alien es una novela que se hizo a partir del éxito de la película, pero el escritor no es el mismo que el guionista.
Al mismo tiempo estaría equivocado la persona que dijera que son cosas totalmente diferentes porque de algún modo para escribir un guión tienes, desde luego, que tener una gran fe en la historia que cuentas, saber armar las peripecias, armar la dramaturgia, como tú decías. Pero la dramaturgia de una manera menos evidente, menos operativa, también está en la novela, también está en cualquier texto. De alguna manera es literatura, un género literario, pero un género literario, como te diría..., servidor, o que no es un género literario con un fin en sí mismo, sino que está al servicio de otro género. Un tipo cinéfilo total, que conozca todas las técnicas de memoria, sino sabe nada de literatura, e intenta escribir un guión fracasa inevitablemente. No todos los escritores son buenos guionistas, pero es mucho más fácil encontrar un guionista que haya escrito antes y se hubiese enfrentado con el hecho de crear una historia en un espacio finito. En mi caso personal aunque me interesa mucho lo que hago en el cine, y ojalá lo siga haciendo por mucho tiempo, no quiero abandonar la literatura, y si tuviera que escoger una de las dos escojo la literatura.

¿Por qué?
Justamente por eso porque en literatura para bien o para mal eres tú el único responsable de tus equivocaciones, pero también los logros son sólo tuyos. Eres tú, después el editor te puede decir: “mira, hay muchos adverbios terminados en mente” o cosas así, no mucho más que eso. En el caso de una película, a cualquier guionista, le picotean cosas de su trabajo, a última hora sin contar con ellos ponen a otro. El director quita cosas, los actores cambian textos, en la mesa de edición se eliminan escenas, y tienes que aprender que esas son las reglas del juego y no son para joderte a ti. En eso la literatura es mejor para la autoestima del escritor, además para el sentido que tiene el escritor de: “yo sí se contar una historia, además la escogí yo”. Entonces por esa distancia que media entre el escritor y la obra final en el cine, es que me sigue pareciendo que la literatura, aunque sea menos glamorosa, que tú salgas menos, ganes menos dinero, y sea más difícil triunfar en cualquier parte del mundo, la literatura sigue teniendo eso de que es tu huella directa. Supongo que es también la diferencia entre hacer un hijo directamente, o ir a un banco de semen.

2 comentarios:

Ivis dijo...

Eduardo es un tipo brillante y la cultura cubana le debe mucho. Es además una buena persona.
Un saludo.

Eduardo Frias Etayo dijo...

Ivis, tienes forma de comunicarte con Eduardo? No hablo con el desde el 2004 que salí de Cuba.
Saludos
Eduardo