AZULEJOS
Una manada de jodidos azulejos. Eso es lo que éramos.
Algunos dirán que bandada porque los azulejos son pájaros. Siempre me pareció
que éramos más una manada. Una manada de corderos azules. Unos fiñes tratando
de inflar pecho porque éramos diferentes. Una mancha roja de monograma en el
brazo izquierdo nos hacía creer mejores. Y de alguna forma lo fuimos, pero de
eso no me enteré hasta llegar a la universidad. En secundaria y el pre éramos
sólo unos engreídos que miraban por encima del hombro la otra manada, la de
arroz con chícharo de las escuelas de la calle. Esa era la diferencia nosotros
los duros de la beca de talentos, ellos los de la calle. Una manada de azulejos
que al bajar de las guaguas los fines de semana inflaba el pecho, y se olvidaba
de preguntas sopladas en exámenes, y el miedo a las bofetadas y a la pasta de diente
en la cara en las noches.
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